Martín Santomé próximo a jubilarse, ¡a los cincuenta años!, escribe un diario donde cuenta su relación amorosa con Avellaneda (así, la llama por el apellido) una joven de 24 años que ha comenzado a trabajar en su oficina. Estupendas sus elucubraciones, aunque los comentarios sobre los "maricas" son, a día de hoy, de lo más desafortunados.
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