Estos escritos sobre el personaje apócrifo Juan de Mairena sirven a Machado para mostrar una cara inédita, la de entusiasta de la filosofía. Aquí se codea con Unamuno y Ortega y hurga en los escritos de clásicos griegos y modernos alemanes (Kant, en especial). Salvo algunas perlas, que son las que le han dado cierta relevancia, resulta de lo más indigesto. Para profundos.
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