El clásico del adulterio en la traducción de María Teresa Gallego Urrutia. Flaubert no daba puntada sin hilo (siempre la palabra justa) y la prosa es brillante por momentos, con minuciosas descripciones de vestimentas, lugares o estados de ánimo. Me ha sorprendido la mezcla de tragedia y farsa, sobre todo al final.
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